En los últimos años la enorme evolución acontecida en la tecnología de los vehículos no se ha visto acompañada de la correspondiente evolución en la forma de conducir los mismos. Así pues, existe en nuestros días un gran desajuste entre ambos aspectos.
En la mayoría de los países europeos se dieron cuenta de este desajuste existente y comenzaron a desarrollar y probar una serie de nuevas técnicas de conducción que se adaptasen a estas nuevas tecnologías de los vehículos.
Una de los principales beneficios que se producen cuando se realiza una conducción eficiente es el ahorro en combustible, lo que conlleva un ahorro económico y relacionado con el medio ambiente se reducen las emisiones de CO2 a la atmósfera.
Siguiendo con esta última afirmación, el Programa Europeo de Cambio Climático (PECC) calculó que realizando una conducción eficiente la emisión de CO2 se reduciría en torno a 50 millones de toneladas métricas, equivalentes a las emisiones anuales de 15 millones de vehículos.
La conducción eficiente resulta, pues, una opción de bajo costo y fiable, que ayuda al ahorro energético y a mejorar la calidad del aire.
Como principales beneficios que conllevan realizar una conducción eficiente destacaríamos que reduce en gran medida los siguientes aspectos:
• el consumo de combustible
• los costes de reparación y mantenimiento del vehículo
• el estrés
• la contaminación acústica
• la contaminación del aire
• los gases de efecto invernadero