Los sistemas de gestión de escuelas de manejo ya están implementados en otros países del mundo como España y puede aplicarse también a todos los países latinoamericanos, adaptando sus características al contexto concreto de cada lugar. Entre estos sistemas de gestión destacan los programas de software que facilitan la administación de las escuelas de conducción.
¿Para qué sirven?
Estos programas, aunque poco conocidos aún en el ámbito latinoamericano, pueden facilitar la gestión de autoescuelas, pues unen las nuevas tecnologías con los servicios que la escuela ya está prestando y facilitan la enseñanza a profesores y el aprendizje de alumnos. Este tipo de software ofrece desde aplicaciones para gestionar los test y exámenes teóricos almacenando los resultados para generar calificaciones e historiales de cada alumno, hasta la gestión interna de los alumnos, empleados, vehículos, gastos y otros integrantes de la entidad.
Entre las características de los sistemas de gestión online se encuentra la guía de pasos que facilita el uso de todas las aplicaciones, y la posibilidad de actualizar el rpograma online, lo que permite incorporar las últimas novedades al sistema. Suelen ser programas muy sencillos de manejar y permiten también generar y cotnrolar listados, tarifas e impuestos de manera eficiente.
Facilita el control de gastos
Esta es una forma de tener toda la información al momento y ordenada de manera eficiente. Evita errores por ejemplo en la programación de clases prácticas, ya que quedan registradas todas las horas ocupadas, y ayuda al control de gastos de la escuela, ya que permite llevar la contabilidad desde una única pantalla.
Algunos ejemplos de este tipo de software son Gestión Fácil de la editorial de Tráfico Etrasa SA, GestAuto,Ariauto de la empresa Arisoft. Todos ellos pueden consultarse a través de la web y permiten la solicitud de presupuesto. Y es que un sistema de este tipo puede ahorrarle a los dueños de las escuelas de conducción muchos dolores de cabeza con la organización y la contabilidad del negocio.
Cristina Bonillo