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Valor de un faro para el conductor 

Conducir un vehículo es más que sentarse frente al volante, encender el motor y acelerar. Las normas básicas de manejo, impartidas correctamente en las autoescuelas, identifican reglas sencillas que todo conductor debe conocer. Entre estas reglas está el uso correcto de las luces, tanto frontales como traseras, cuando se está manejando.

Al igual que el semáforo, los focos de luz que poseen todos los automóviles, sirven para orientar y prevenir a los demás conductores. De esta manera, el tráfico vehicular fluye con normalidad y la seguridad vial se muestra reforzada por los individuos que utilizan las luces de forma exacta.

Alto porcentaje de accidentes

Son innumerables los accidentes de tránsito, graves o leves, que se producen luego de la mala o nula utilización de las luces por parte del o los conductores involucrados. La estimación diaria de accidentes de este tipo, en toda la región latinoamericana, se encuentra entre los 500 y 2000 accidentes. Cifra que ha ido aumentando anualmente.

Pese a esto, existen demasiados conductores que cruzan hacia la izquierda, o la derecha, sin colocar la luz que indique tal movimiento, ocasionando, seguramente, una colisión. Igualmente, choferes que no encienden la luz de retroceso, de emergencia o los faros delanteros cuando ya está oscuro.

Dime qué luz no funciona, y te diré cuál es tu multa

En Venezuela, y así en otros países latinos, se realizan diariamente operativos de calle para controlar el tráfico y prevenir accidentes. Además de detener al vehículo para revisar los seriales de chasis, carrocería o motor, los funcionarios con competencia en la seguridad vial, hacen una revisión exhaustiva de las luces frontales, laterales y traseras de todos los coches que transitan por allí.

Por cada foco que no encienda o esté fallando, el conductor o dueño del vehículo deberá cancelar el equivalente a 3 Unidades Tributarias, que tienen un costo aproximado de 320 bolívares en Venezuela (50 dólares).

Muchos conductores aclaran que “es más costoso reparar el foco que pagar la multa”, y por eso no reparan la luz. Entonces, ¿qué valor tiene un faro para el conductor?

 


El negocio de las autoescuelas virtuales

¿Quién no ha visto por Internet avisos de cursos virtuales de inglés, de cocina, de diseño gráfico? Todos, al menos una vez al mes, reciben este tipo de publicidad al visitar sitios web. Este modelo de negocios online está avanzando y abarcando cada día más espacio, incluyendo más sectores del mercado.

El sector del automóvil tiene actualmente un crecimiento notable. Desde páginas que venden vehículos nuevos y usados o repuestos, hasta sitios para inscribirse en carreras de autos. Pero, entre muchos, el negocio de las autoescuelas virtuales tiene una importante relevancia. ¿Por qué?

Al igual que los que se apuntan a cursos de idiomas o de estudios profesionales por Internet, para ver clases online, los usuarios que se inscriben en las autoescuelas virtuales son personas que no tienen tiempo para asistir a una escuela de manejo presencial. Y, considerando los niveles de desempleo y el factor económico de muchas familias, no es de extrañar que cada día crezca la cifra de las personas que se inscriben a este tipo de sesiones.

La calidad de la enseñanza

A pesar de las ventajas mencionadas, abiertamente se ha cuestionado la diferencia en la calidad de la enseñanza: primero, “el aprendizaje presencial es insustituible”, menciona un practicante de conducción, por lo que las autoescuelas tradicionales no deben considerar una amenaza a las virtuales; segundo, “el choque que ocurre al salir a la calle con el vehículo es enorme”, menciona un cliente de una autoescuela virtual, “a veces no sirve de nada lo que aprendiste”.

En conclusión, el negocio de las autoescuelas virtuales no deja de atraer a nuevos conductores, pero las autoescuelas tradicionales serán siempre más demandadas, considerando que para aprender a conducir necesitas sentir el volante en tus manos, acelerar, los nervios de tomar las primeras curvas, y no estar frente a un monitor inteligente fingiendo ser chofer en lugar de fingir ser conductor.

 


Manejar correctamente el vehículo

Todo conductor, en total juicio de sus facultades, sabe que manejar su automóvil no se traduce únicamente en acelerar, frenar y girar. Aprender a conducir correctamente un vehículo lleva tiempo para algunos choferes, siendo esencial la participación en escuelas de manejo.

La conducción correcta se adquiere cuando el chofer conoce totalmente las normas que regulan la seguridad vial en su país o región, utiliza y vela por la utilización de las señales de tránsito, luces del coche, semáforos y el rayado peatonal, por poner un ejemplo. Conducir correctamente también implica aceptar, antes que todo, que la acción de manejar un vehículo constituye un compromiso social.

El compromiso social del conductor

En una vía concurrida, un conductor en su vehículo, en un tiempo de 20 minutos, puede encontrarse un promedio de 50 personas. ¿Qué representa esto? Que cada una de esas personas guarda relación con el conductor, al momento en que el vehículo pasa por esa zona. Si colisiona, si se desvía, si el conductor se duerme, todas esas personas sufren un riesgo de accidente de tránsito fortuito, grave en ocasiones.

Por tal motivo es importante que cada persona que conduce un vehículo comprenda que manejar es una labor afanada que requiere de concentración, estar atento ante los inconvenientes que puedan surgir y ante las señales propias de la carretera.

La postura es importante

El asiento debe cumplir con los requerimientos mínimos de confortabilidad, puesto que cumple un proceso esencial en el manejo vehicular. El asiento, de la mano del cinturón de seguridad, son los responsables de mantener en su posición al conductor, impidiendo que pierda el control de su automóvil.

Sin embargo, poco importa el asiento si el conductor no sabe sentarse en él. La postura debe ser un poco reclinada hacia delante para ver mejor hacia el frente. Para eso, se debe ajustar la inclinación del asiento y la cabecera del mismo. Las piernas deben quedar libres, no apretadas, los ojos deben mirar por el retrovisor cada 20 segundos, y se debe estacionar en algún sitio si se necesita usar el teléfono. ¿Ser buen conductor? Es sencillo.

 


Adquisición de vehículos en Venezuela

 

Gran cantidad de vehículos son comercializados en Venezuela. Cada día hay nuevos conductores, taxistas, camioneros; en resumidas cuentas, las facilidades para la compra de vehículos nuevos y usados producen una demanda alta. Tal demanda conduce a un factor que todos los individuos arremeten con quejas: el sobreprecio.

El sobreprecio

A pesar de las facilidades, la mayoría de los automóviles que llegan al territorio venezolano provienen del exterior. Por eso, las importadoras de coches, afianzadas en el cambio del dólar a la moneda local, ingresan al país una cuantiosa suma de vehículos, de diferentes marcas y modelos, que, lastimosamente para los usuarios y posibles compradores, se venden con un sobreprecio de hasta el 300% sobre el precio de importación.

Por esta razón quizá, en Venezuela están los vehículos más costosos, y no por ser de lujo, sino porque no exista una ley tajante que regule los precios o el margen de ganancia e importación. Aunque actualmente se mantiene la discusión de una ley para la regulación de los precios de vehículos, futuros conductores buscan financiamiento para su coche.

Financiamiento o estafa

Ante esa situación, personas de toda índole recurren al financiamiento, privado o público, para comprar su automóvil. Por el lado gubernamental, a pesar de ser de rápida aprobación, se hacen largas listas de personas, que resulta imposible atender. Por el lado privado, de gestores independientes, se obtienen vehículos con un porcentaje más alto de préstamo. Pero, en el peor y más frecuente de los casos, se estafa a las personas interesadas en comprar un coche.

En vísperas de esto, ¿qué resulta mejor? ¿Comprar un vehículo o seguir tomando el transporte público? Un gran porcentaje de la gente elige la segunda opción, por seguridad. Sin embargo, las autoescuelas o escuelas de manejo siguen ingresando aprendices que luego, seguramente, aprovecharán las facilidades que ofrecen los distintos sectores de la economía para adquirir, y conducir, su propio vehículo.

 


El valor ecológico de las escuelas de manejo

Un punto esencial y clave en las escuelas de manejo, y una importante ventaja de ellas, es el valor o el impacto ecológico con respecto a otros sistemas para aprender a conducir un vehículo. En la actualidad, muchas empresas y mercados mundiales están revolucionando sus formas de producir bienes o servicios para adecuarse a lo que el medio ambiente requiere con urgencia: menor contaminación o degradación.

Siendo el humo emitido por los autos un contaminante a gran escala, y propagado diariamente, se ha cuestionado en demasía el uso de los motores convencionales en los vehículos. Entonces, es acá donde aparece la pregunta del lector: ¿Qué tiene que ver todo esto con las escuelas de manejo? Veamos.

Ventaja de las autoescuelas

Cuando se aprende a conducir un vehículo independientemente, en un coche cualquiera, quizá en condiciones no tan buenas, la combustión produce mucho más gases tóxicos que aprender a conducir en un vehículo en buen estado, como los hay en las escuelas de manejo.

Asimismo, la mayoría de los amigos que enseñan a conducir, dicen que es primordial dominar el vehículo a altas velocidades. “Si puedes ir a 160km/h sin problemas, ya eres un conductor profesional”, dicen. Lamentablemente, el automóvil a más de 120km/h comienza a quemar más combustible, triplicando la cantidad de gases emitidos al aire.

Por ello es recomendable iniciar las prácticas de conducción de un coche en una escuela de manejo, puesto que en estas instituciones se explica a cabalidad la no necesidad de aumentar la velocidad para llegar más rápido desde un punto de inicio hasta uno de llegada.

Sumado a eso está el estado inmejorable de los vehículos. Algunas de estas autoescuelas ya cuentan con autos híbridos o totalmente eléctricos, por lo que resulta mejor realizar prácticas allí, que lanzar gases, innecesariamente, a la atmósfera del único planeta con vida.