En Bolivia, los accidentes de tránsito continúan incrementándose, a pesar de las medidas tomadas por el sector gubernamental correspondiente.
Las leyes y las normas, establecidas para los conductores, motociclistas, ciclistas y peatones, aun cuando fueron actualizadas, al parecer no son suficientes elementos para reducir la tasa de mortalidad, los traumatismos permanentes y los costos económicos derivados de los accidentes viales. Para subsanar este vacío, el gobierno desarrolla actualmente una Estrategia Nacional de Educación Vial, destinada a llegar a todos los sectores de la sociedad boliviana.
El plan surgió a partir de la tendencia creciente de los datos estadísticos que mostraban como los accidentes de tránsito se incrementaban constantemente y para frenar el número de siniestros en las carreteras, el gobierno llevó a la práctica la Estrategia Nacional de Educación Vial. Este plan tiene un enfoque educativo y está dirigido a diferentes segmentos de la población, sin descartar a ningún núcleo social.
Los ejes estructurales de este plan
De acuerdo a la filosofía que plantea la Estrategia Nacional de Educación Vial, una de las bases estructurales para el éxito del plan es la interacción entre las instituciones. Por otro lado, el soporte económico de la iniciativa dependerá de la asignación de recursos financieros a través de la inscripción de las actividades en los planes operativos anuales.
El plan incluye la difusión de las reglas básicas de seguridad vial, como el uso del cinturón de seguridad cuando se conduce, evitar el uso de teléfono celular al conducir, sujetar a los menores al asiento que les corresponde, no consumir alcohol u otras drogas si van a conducir. En el caso, de motociclistas y ciclistas, utilizar el equipo de seguridad y seguir las normas indicadas para ellos. Los peatones también tienen normas que deben de respetar para evitar accidentes, como caminar por las aceras, utilizar las cebras y los puentes peatonales para cruzar las avenidas muy transitadas.