La suspensión del coche está constituida por los neumáticos, los muelles o ballestas y los amortiguadores. Los neumáticos absorben las pequeñas asperezas del terreno; cuando las desigualdades del camino son mayores se deforman los muelles, situados entre la carrocería y las ruedas, permitiendo que las ruedas suban o bajen con relación a la carrocería, que recibe así las menores sacudidas posibles. Por último, los amortiguadores reducen la amplitud y número de las oscilaciones de los muelles, obligándolos a recobrar prontamente su posición normal.
Es muy importante para la estabilidad del vehículo conservar en buen estado los amortiguadores, su mantenimiento se reduce en cambiar los amortiguadores cuando estén en mal estado o lo recomiende el fabricante.
Para disminuir la inclinación de la carrocería que se produce al tomar una curva, existen las barras estabilizadoras que trabajan a torsión, de tal forma que tienden a mantener el vehículo horizontal.
La dirección.
El volante de dirección, varía la trayectoria del vehículo cambiando la orientación de las ruedas delanteras, que se llaman directrices.
La dirección debe ser suave y progresiva. El sistema más generalizado actualmente es el de cremallera y piñón.
Las direcciones actuales cada vez son más avanzadas y hacen que el esfuerzo a ejercer sobre el volante sea menor, por ejemplo: la dirección asistida.
Deberemos comprobar el nivel de liquido de la dirección asistida (debe estar en las marcas de máximo y mínimo), la dirección debe estar correctamente alineada y debemos evitar los golpes con los bordillos.
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Javier Merino
Profesor de Formación Vial
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