Las causas más frecuentes que pueden provocar la asfixia por obstrucción de las vías respiratorias son la propia lengua caída hacia la garganta y la presencia de cuerpos extraños como son: piezas dentarias, vómitos, cúmulos de sangre, etc.
Los síntomas que hacen sospechar que el herido tiene las vías aéreas obstruidas son ruidos al respirar tales como ronquidos y toses, así como labios, piel y uñas de color azulado.
El estado de la respiración de la víctima se puede comprobar, colocando la mejilla encima de la boca y la nariz. Si su pecho o abdomen se mueven o si colocando un espejo o cristal sobre la nariz y la boca se empaña este, es que la víctima respira, teniendo en cuenta que la respiración normal de un adulto oscila entre 15 y 20 respiraciones por minuto, y en los niños entre 30 y 40.
Cuando el herido no respira o su respiración es débil o irregular es preciso, recurrir a las técnicas de reanimación, abriéndole las vías aéreas y comenzando con la reanimación. No se recomienda que personas sin formación sanitaria practiquen la triple maniobra mandibular, porque es difícil de aprender y practicar y puede provocar movimiento de la columna cervical.
El método a emplear será el boca a boca, por ser el más eficaz. Para emplear este método se deberá:
1º Colocar a la víctima, echada boca arriba.
2º Dejar libre las vías respiratorias, sacando si es necesario de la boca, con los dedos los cuerpos extraños que puedan obstruirlas.
3º Inclinar la cabeza hacia atrás, colocando una mano debajo de la nuca y la palma de la otra sobre la frente. Una vez colocadas así las manos, arquear el cuello para abrir las vías respiratorias.
4º Inspirar aire profundamente y pinzando la nariz del herido soplar el aire dentro de la boca y pulmones del accidentado vigilando su pecho y si éste se levanta, es síntoma de que el aire llega a los pulmones. El ritmo correcto aproximado es de 10 veces por minuto.
En caso de niños pequeños se practicará el boca-boca-nariz, es decir el auxiliador cubrirá la boca y la nariz del pequeño a la vez con su boca, aunque con menos fuerza que si se tratara de un adulto. . El ritmo correcto aproximado en niños es de 15 a 20 veces por minuto.
Si se observa que el herido presenta una respiración superficial e irregular y con periodos de falta de movimientos, es probable que tenga daño cerebral grave.
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Javier Merino
Profesor de Formación Vial